El rey Anglo-Sajón se casó con
Edith, la hija del conde Godwin y no tuvieron hijos lo cual produjo un chispero
de crisis por la sucesión que eventualmente llevaría a los Normandos a
conquistar Inglaterra. La madre de Eduardo era Ema de origen Normando que en
realidad fueron una rama de los vikingos de Dinamarca. Dice la tradición que el
matrimonio del rey no se consumó por sacrificio a Dios con el fin de lograr la
perfección.
Eduardo fue un rey justo y
equitativo que permitió al pueblo nombrar representantes para apoyar la
legislación y el propio gobierno. Incluso, su popularidad subió a la cima
cuando ordenó redistribuir entre los más pobres los impuestos que se recaudaban
de casa en casa.
Eduardo estuvo exiliado en Normandía cuando los vikingos irrumpieron en Inglaterra. Durante ese periodo, Eduardo prometió que iría como peregrino a visitar el sepulcro de San Pedro en Roma, mientras se distinguía como una persona piadosa y bondadosa. No obstante, al regresar al trono, no pudo cumplir su promesa por el peligro de dejar acéfalo el poder lo cual podría conducir a divisiones políticas internas y al posible ataque militar de potencias externas.
Eduardo murió en el Palacio de Westminster el 5 de enero de 1066. Fue canonizado en 1161 con el nombre de San Eduardo Confesor.
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