Las monarquías europeas se opusieron sistemáticamente
a la Revolución Francesa, desde diferentes ángulos de ataque: mediante la
censura se impedía el acceso a la información al pueblo de lo que ocurría en
Francia; a través de intelectuales conservadores se atacaban los principios de
la Revolución Francesa; Edmund Burke escribió, en 1790, un texto titulado
“Reflexiones sobre la Revolución en Francia”
donde comparó el sistema gradual
que se llevó a cabo en Inglaterra frente a la brusca ruptura en Francia;
y finalmente, mediante el enfrentamiento militar.
Al gobierno del Reino Unido de la Gran Bretaña no le
gustó la política de anexión territorial que estaba emprendiendo la Revolución
Francesa, a través de sus dirigentes de la Convención y mucho menos el juicio y
ejecución de Luis XVI.
Ejecución del rey de Francia Luis XVI, por traición. |
El 24 de enero de 1793, tres días después de la
ejecución del rey, los británicos expulsaron al embajador francés en Londres.
Una semana después, el 1º de febrero, los franceses declararon la guerra a Gran
Bretaña.
La ejecución del rey francés alarmó a la mayoría de
los monarcas europeos que recordaron la ejecución de Carlos I de Inglaterra,
decapitado en Whitehall, el 29 de enero de 1649, bajo la revolución dirigida
por Oliver Cromwell. Por consiguiente, una coalición de ejércitos se alistó
para enfrentar a Francia.
Pintura de Eugéne Delacroix |
Austria y Prusia atacaron desde los Países Bajos
austríacos (Holanda) mientras que Gran Bretaña sitió por mar al puerto de
Toulon, en el sur de Francia. En el Norte, los ejércitos franceses fueron
expulsados de Bélgica. El lema de la Revolución Francesa prosiguió: "Libertad, Igualdad, Fraternidad".
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